En el mismo mes de julio de 1883, a pocos días de la batalla de Huamachuco, el 15 con exactitud, Leoncio Prado hacía su ingreso a la gloria de los héroes de la patria.
El Coronel Leoncio Prado, nació en la ciudad de Huánuco, el 28 de agosto de 1853; hijo de Mariano Ignacio Prado y Doña María Avelina Gutiérrez, inicia su carrera militar a los 8 años de edad siendo nombrado «Soldado Distinguido» en el regimiento «Lanceros de la Unión», obtiene a los 13 años el despacho de subteniente, tras haber participado en los victoriosos combates de Abtao y Dos de Mayo de 1866.
A los 20 años, viajó a los EEUU para complementar sus estudios de ingeniería que le permitieron tener conocimiento de las armas y materiales de defensa de aquella época. En 1875 participa en las luchas por la Independencia de Cuba siendo nombrado por ese país «hijo predilecto».
Enterado de la declaratoria de guerra por parte de Chile, regresa para defender a la patria. Al cumplir el encargo del gobierno de adquirir material bélico, enrumba hacia Arica para ocupar su puesto al mando del Cuerpo de Torpederos. Participa en la defensa del Alto de la Alianza en mayo de 1880 y después de la Tarata en donde organiza el cuerpo de «Guerrilleros de Vanguardia», que dieron mucho que hace al Ejército chileno en la Campaña del Sur. En julio del mismo año fue hecho prisionero en Tarata y es enviado a Chile para luego ser liberado con la promesa de «No volver a tomar las armas contra ese país».
De regreso al Perú en enero de 1881, Leoncio Prado encuentra un ambiente desolador y decide incorporarse al ejército de la resistencia. Con la frase «CUANDO LA PATRIA ESTA SUBYUGADA NO HAY PALABRA QUE VALGA SOBRE EL DEBER DE LIBERTARLA», realiza una gran campaña, para preparar un cuerpo de guerrilleros, estableciéndose en Sayán y formando la famosa «Montonera de Sayán», que mantiene en jaque a las fuerzas chilenas y recorre la sierra norte, avivando el patriotismo. Dirige la reparación y transformación de las armas que los patriotas consiguieron.
El General Cáceres, a mérito de sus acciones, lo destina como Jefe del Estado Mayor a la Primera División del Ejército del Norte, participando en la Batalla de Huamachuco el 10 de julio de 1883. En el fragor de la batalla las esquirlas de una bala de cañón le destroza una pierna cayendo herido, al ser ayudado por sus soldados, es capturado cerca de la quebrada de Cachuro y sentenciado a ser fusilado el 15 de julio de 1883.
El interrogatorio
El mayor chileno Aníbal Fuenzalida cuando interroga a Leoncio Prado del por qué había incumplido su promesa de volver a pelear, Prado, afirmó «que en una guerra de invasión y de conquista como la que hacia Chile y tratándose de defender a la Patria, podía y debía empeñarse la palabra y faltar a ella». Dijo que realmente había dado su palabra cuando fue prisionero en junio de 1880 en Tarata, sin embargo «me he batido después muchas veces; defendiendo al Perú y soporto sencillamente las consecuencias. Ustedes en mi lugar, con el enemigo en la casa, harían otro tanto. Si sano y me ponen en libertad y hay que pelear nuevamente, lo haré porque ése es mi deber de soldado y de peruano».
Carta a su Padre
Luego pidió un lápiz y escribió la siguiente carta:
«Huamachuco, julio 15 de 1883.
Señor Mariano Ignacio Prado. Colombia.
Queridísimo padre: Estoy herido y prisionero; hoy a las …. (¿qué hora es? preguntó. Las 8.25 contestó Fuenzalida) a las 8:30 debo ser fusilado por el delito de haber defendido a mi patria. Lo saluda su hijo que no lo olvida Leoncio Prado».
La ejecución
Antes de su ejecución, Leoncio Prado solicitó tomar una taza de café. Enseguida, cuando entraron dos soldados pidió que fuera aumentado su número para que dos le tirasen a la cabeza y dos al corazón. Al ser cumplido este pedido dio breves instrucciones a la tropa sobre la trayectoria de sus disparos y agregó que podían hacer fuego cuando hiciera una señal con la cuchara y pegase tres golpes en el cachuchito de lata en el que había estado comiendo. Cumplió con dar las órdenes para la descarga.
La grandeza del héroe
El 15 de julio de 1883, se truncó la vida de un joven de vida brillante y fecunda, de acción y de pensamiento; un héroe del Perú y de la independencia americana, uno de los héroes más resaltantes de nuestra nacionalidad. Leoncio Prado no había cumplido aún los 30 años.
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